Cartagena / Murcia
Fundación Teatro Romano
El teatro fue construido entre los años 5 y 1 a. C en la ciudad de Carthago Nova, actual Cartagena. Tenía capacidad para seis mil espectadores y estuvo en uso hasta el siglo III a partir del cual se superpusieron varias edificaciones, por ejemplo, la Catedral vieja, construida en el siglo XIII sobre la parte superior del teatro romano, que hoy valoramos como una de las mayores singularidades de este conjunto arqueológico. En 1988 las ruinas romanas fueron decubiertas por el catedrático de la Universidad de Murcia Dr. Sebastián Ramallo Asensio quien dirigió las excavaciones arqueológicas. La rehabilitación del teatro romano y su posterior acondicionamiento de un museo fue proyectada por el prestigioso arquitecto Rafael Moneo Vallés.
Ejecutamos varias partes del proyecto de Moneo: En primer lugar, la restauración del Palacio Riquelme, con la limpieza, consolidación, carpinterías metálica y de madera, reintegraciones volumétricas con sillares y morteros de restauración de su fachada.
En segundo lugar, la construcción de un nuevo edificio, una vez demolido el interior del Palacio Riquelme, para albergar el futuro Museo del Teatro Romano de Cartagena. El Museo se desarrolla en dos edificios bien diversos, unidos entre sí por un corredor dispuesto bajo la calle: el primero, que incorpora la fachada del Palacio de Riquelme, se organiza en torno a un patio a modo de impluvium. El segundo edificio, enclavado entre las medianeras de la calle General Ordoñez, alberga las Salas de Exposición, así como los medios de elevación hasta la cripta arqueológica bajo Santa María la Vieja, que conducirá a los visitantes hasta el Teatro. El Mvseo se concibe como itinerario desde el mar a las cotas altas culminando la visita con la inesperada aparición del imponente graderío del teatro. Este paseo que lleva de las cotas bajas a las altas discurre a través de espacios expositivos iluminados por un complejo sistema de lucernarios, que sirven de marco a la presentación de las piezas encontradas en las campañas de excavación.
En tercer lugar, el Parque Cornisa. Rafael Moneo consideró la adecuación y urbanización de todo el espacio exterior situado tras el muro perimetral del teatro como un magnífico fondo paisajístico para el monumento. Las terrazas ajardinadas del parque constituyen la prolongación natural hacia el oeste de la colina del cerro de la Concepción, desde donde se pueden contemplar las cubiertas de las capillas dieciochescas de la Catedral Vieja, estableciendo un nexo de unión entre los restos medievales del Castillo de la Concepción y el complejo Catedral – Teatro Romano.
En cuarto lugar, la consolidación estructural del muro medianero con la Catedral Vieja y, especialmente, la adecuación de nuevas instalaciones de iluminación, detección, seguridad y fontanería para el futuro museo.